Ya he vivido mi primera exaltación del fulgor que provoca el conducir.
El otro día iba conduciendo cuando me paré en un stop, cosa que parece que a los conductores antiguos se les ha olvidado hacer. Llevaba detras una treintena de motoristas en banda. Como no se esperanban mi conducta vial, comenzaron a gritar y a chillar. Josep intentó mediar con aquella panda de hombres rudos y barbudos para calmar el asunto y cuando parecía que todo estaba siendo solucionado saqué el dedo por la ventanilla y solté unas cuantas blasfemias. Salí cagando diotrias por miedo a ser apresada por aquellos oragutanes en Harleys.
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